Tecnologías digitales, relaciones de trabajo e inclusión social

El avance de las tecnologías digitales y la expansión de las redes electrónicas distribuidas (como Internet y las redes móviles) han favorecido cambios en muchas de las vetustas estructuras de las sociedades industriales. Uno de estos cambios puede observarse sobre qué ocurre con las relaciones de trabajo en la era digital. El teletrabajo, también conocido como trabajo a distancia, trabajo desde la casa o, más recientemente, trabajo móvil, comienza a crecer rápidamente a nivel mundial.

¿Cuánto se relacionan las tecnologías digitales e Internet con los cambios en las relaciones de trabajo? En la década del 80 el desarrollo de las computadoras personales permitió que miles y luego millones de personas comenzaran a conectarse a la red de redes. La arquitectura de Internet emergió allí como la aplicación tecnológica de varios principios y argumentos filosófico-políticos: uno de ellos fue el argumento “end to end” (e2e, de extremo a extremo).

El argumento e2e permitió que Internet se construyera como una red donde los usuarios-finales, sin importar su ubicación, pudieran funcionar indistintamente como emisores o receptores. Es decir, los usuarios-finales pasaron a ser productores, pasaron a aportar valor en forma de procesamiento de datos, información o servicios. La relación entre los servidores y los clientes pasó a ser reversible e Internet se convirtió en una red de producción colaborativa entre pares (par-a-par, peer-to-peer o p2p).

Las tecnologías digitales y la arquitectura de Internet permitieron, por primera vez en la historia de la humanidad, la intercomunicación distribuida entre muchas personas o usuario-finales a nivel global. Estas redes distribuidas cambiaron radicalmente las formas de producción del valor (tanto material como intelectual) y, rápidamente, fueron consideradas una matriz relacional que afectaría a todo el entramado socio-técnico.

En la era digital las relaciones de trabajo comienzan a estar mediadas (directa o indirectamente) por el uso intensivo de las tecnologías digitales e Internet. Por ejemplo, el teletrabajo se presenta hoy como una de las formas de conceptualizar el trabajo que se da a través de Internet, que se organiza a distancia, de forma no presencial, fuera de la empresa, en el domicilio del trabajador (o cualquier otro domicilio siempre que sea ajeno al empleador).

El teletrabajo permite a las empresas alcanzar mayores niveles de descentralización física del trabajo pero, a su vez, mantener su centralización lógica. El trabajo de empleados o dependientes se desplazan a sus propias hogares. Algo similar ocurre con las tareas administrativas de las empresas. Entre otros puntos destacables, esto permite a las empresas ahorrar en instalaciones, reducir el ausentismo, elevar la productividad o bajar la conflictividad laboral.

A su vez, el teletrabajo ofrece a los trabajadores ciertos niveles de autonomía y flexibilidad que eran impensables hasta hace pocos años atrás. Les permite adecuar los horarios de su trabajo, articular mejor el mundo del trabajo y su vida familiar, escoger el entorno físico donde desarrollar sus tareas, ahorrar tiempo y dinero en transporte y desplazamientos, o, entre muchos otros puntos favorables, ganar especificidad y mayor especialización en sus tareas.

Ahora bien, ¿cuán extendido está el teletrabajo a nivel global? Es difícil saberlo. No hay datos oficiales disponibles. Se estima que EE.UU. tiene entre un 40 % y un 60 % de la de su fuerza productiva con posibilidades de teletrabajar. Desde 2009 Barack Obama impulsa fuertemente el teletrabajo en la Administración Federal de EE.UU. En 2010 popularizó la frase “trabajo es lo que haces, no donde lo haces”. [“work is what you do, not where you do it”].

En la República Argentina tampoco hay cifras oficiales, pero se estima que aproximadamente cerca 1.5 millones de relaciones laborales ya están alcanzadas por estas modalidades. Existe también un proyecto de ley sobre teletrabajo que está a la espera sanción. El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación posee un programa de Formación Continua que incluye el teletrabajo y donde ya se formó a más de un millón de trabajadores.

Las tecnologías digitales y la arquitectura de Internet favorecieron nuevas formas distribuidas de producción del valor. El teletrabajo, trabajo mediado por tecnologías digitales e Internet, trabajo móvil (o como se lo llame a futuro) debe ser un tema estratégico de las agendas digitales de la región. En la era digital las relaciones de trabajo deben poder pensarse, negociarse y construirse en términos de inclusión y justicia social, participación en las ganancias y distribución de las riquezas.

¡Hay mucho (tele)trabajo por delante!

* El Dr. Ariel Vercelli es Presidente de BIENES COMUNES A. C. e Investigador del CONICET / IEC-UNQ. Columna publicada en la sección de Tecnología de Télam. Sin licencia.

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