Los bienes comunes y el cambio tecnológico

La clásica dicotomía jurídico-política entre lo público y lo privado, exacerbada en las últimas décadas por el neoliberalismo, comienza hoy a mostrarse insuficiente para analizar una nueva fase del capitalismo global. Un nuevo, denso y complejo entramado socio-técnico de relaciones comienza a emerger para definir aquello que es “mío”, “tuyo” o “nuestro”. Las tensiones y luchas políticas comienzan a resignificar aquello que antaño llevó el nombre de ‘bienes comunes’.

Los bienes comunes son aquellos bienes que se producen, se heredan o se transmiten en una situación de comunidad. Son los bienes que pertenecen y responden al interés de todos y cada uno de sus miembros, comuneros o ciudadanos. La globalización y la expansión de las redes electónicas distribuidas permitieron que las tensiones y luchas sobre estos bienes comunes se den a nivel local, regional o mundial.

Los bienes comunes pueden referirse a temas tan diversos como la integridad física, biológica o moral de las personas, a la riqueza de los bienes intelectuales, a los recursos naturales, al desarrollo energético, a la salud de la población mundial, a la biodiversidad, a la distribución de las diferentes formas de riqueza, al acceso y disponibilidad de la cultura, al ambiente o, entre muchos otros, al derecho de las generaciones futuras.

La categoría jurídico-política de los bienes comunes se ha transformado en una de las piezas clave para entender las dinámicas de apropiación o liberación de las riquezas a nivel global. Estos bienes no deben entenderse como entidades absolutas, inmutables o fuera de todo cambio a través del tiempo. Es importante entender que, por su diversidad y heterogeneidad, las tensiones sobre los bienes comunes crecen exponencialmente con el cambio tecnológico.

Los cambios tecnológicos de las últimas décadas afectaron profundamente la arquitectura jurídico – política y, sobre todo, aquello que son los bienes comunes en los diferentes contextos. Anquilosadas regulaciones como el derecho de propiedad (sobre cosas materiales) o las modernas disciplinas como el derecho de autor y derecho de copia (sobre obras intelectuales) o las patentes de invención (sobre invenciones industriales) se están transformando rápidamente.

Las tecnologías digitales y las redes electrónicas distribuidas han revivido las discusiones sobre aquello que corresponde a todos, a los seres humanos como tales. Más allá de las tecnologías digitales, también las inteligencias artificiales, las robóticas, las bio-tecnologías o las nano-tecnologías, están generando cambios radicales sobre los derechos intelectuales y las formas de producir, gestionar y distribuir las diferentes formas de valor a nivel global.

Las resignificaciones sobre aquello que es común están atravesadas, al menos, por tres tipos de tensiones y luchas políticas. En primera instancia, aquellas vinculadas a la calidad de los bienes (materiales / intelectuales). En segundo lugar, las relacionadas a las leyes aplicables (propiedad / derechos intelectuales). En tercera instancia, sobre el carácter (privado/privativo, público o común) que estos bienes pueden adquirir en las diferentes luchas y negociaciones.

Mientras que en las sociedades capitalistas el sistema de la propiedad todavía se justifica en parte por la posibilidad cierta de que los bienes materiales comunes se enfrenten a una “lógica trágica”, los bienes y obras intelectuales comunes (abiertos / libres) atraviesan desde hace varias décadas un constante renacimiento. En la era digital, los bienes intelectuales comunes crecen a medida que más circulan, se enriquecen a medida que más se comparten en las redes distribuidas.

La supuesta “tragedia” de los bienes materiales comunes no se aplica en ningún caso a las obras intelectuales y, menos aún, a los bienes intelectuales. En la actualidad, una de las principales tensiones sobre los bienes intelectuales comunes está dada por la posibilidad de que las regulaciones habiliten formas de gestión basadas en los derechos de propiedad. Esto podría excluir directamente a un sector de la humanidad del uso, goce y disposición de los bienes comunes.

Es importante resaltar que las tensiones jurídico-políticas sobre la gestión de los bienes comunes son también tensiones tecnológicas. Las negociaciones se dan tanto en el plano jurídico-político como en plano del diseño de las tecnologías que sirven como sus soportes / canales. Por ello, el destino de los bienes comunes está atravesado por el cambio tecnológico y depende de los procesos de co-construcción que se producen entre las regulaciones y las nuevas tecnologías.

* El Dr. Ariel Vercelli es Presidente de BIENES COMUNES A. C. e Investigador del CONICET / IEC-UNQ. Columna publicada en la sección de Tecnología de Télam. Sin licencia.

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