La neutralidad de la red, lejos de ser un concepto técnico, es una metáfora malintencionada, errónea e impropia del diseño arquitectónico que sustenta a Internet. Hace años que está políticamente definida, sus principios fueron codificados (tecnologizados) en su arquitectura originaria. Internet es una red de arquitectura distribuida, abierta y de producción colaborativa entre pares: se sustenta en el argumento filosófico-político “end to end” (e2e, de fin a fin, de extremo a extremo).
Las redes son formas relacionales y organizativas. En el caso de las electrónicas, son computadoras (puntos, nodos) distribuidas espacialmente que, interconectadas por algún medio físico y operadas a través de un programa informático (software), logran establecer un canal de comunicación. El estudio de las arquitecturas de las diferentes redes electrónicas permite analizar y clasificar cuáles son sus características, particularidades y formas típicas de organización.
Desde finales de la década del setenta e inicios de los ochenta, junto al nacimiento de las computadoras personales, se sabe que Internet se definió como una red distribuida, abierta y de producción colaborativa entre pares. La capacidad de que cualquier institución gubernamental, asociación, empresa o usuario-final hogareño pudiera sumarse a la red en un pie de igualdad generó -en poco más de tres décadas- el emergente común que hoy se conoce como Internet.
A diferencia de las redes centralizadas / des-centralizadas, Internet no tiene un centro que controle y dirija sus flujos de información. Esta característica se desarrolló a través de la tecnología de “Conmutación de Paquetes” (Packet Switching): la información digital se procesa y descompone en varios paquetes separados y éstos pueden ser distribuidos por la red tomando rutas alternativas e independientes.
Internet se sustentó en protocolos de comunicaciones abiertos. Además de ser una red distribuida y de múltiples opciones de ruteo de información, su desarrollo también requirió el diseño del Protocolo de Control de Transmisiones / Protocolo de Internet (TCP / IP, Transmission Control Protocol / Internet Protocol). Estos protocolos fueron abiertos, transparentes y -sin discriminar- reconocen como iguales (pares) a todas las redes o usuarios que se conecten a la misma.
La tercera característica de la arquitectura de Internet es la aplicación tecnológica de un argumento filosófico-político: el “End to End”. También se lo puede traducir como de “Fin a Fin”, “de Extremo a Extremo”, “de Usuario-Final a Usuario-Final”. Este principio favoreció a que Internet sea un espacio de producción colaborativa entre pares: una red donde cualquier participante puede funcionar como “emisor” o “receptor” de información.
El argumento “End to End” fue presentado en 1981 por Jerome Saltzer, David Clark y David Reed con el objeto de mejorar la distribución de funciones dentro de una red de computadoras. Se basó en la redundancia y en ubicar el procesamiento de la información en los extremos de la red. Se crearon así redes electrónicas simples en su centro con aplicaciones complejas e inteligentes en sus extremos. Internet creció y se expandió a través de sus extremos, de sus usuarios-finales.
La conmutación de paquetes, los protocolos abiertos y el argumento “E2E”, muestran cómo el diseño arquitectónico original de Internet -lejos de ser neutral-, permitió que la red sea un emergente distribuido y de producción colaborativa entre pares. Por supuesto, es sano, prudente y necesario controlar a las empresas de telecomunicaciones. Sin embargo, los mayores peligros que enfrenta hoy la red de redes están dados por atrofias capilares y nodos (nódulos) gigantes con posibles metástasis como, por ejemplo, la falta de control sobre algunas corporaciones comerciales transnacionales.
* El Dr. Ariel Vercelli es Presidente de BIENES COMUNES A. C. e Investigador del CONICET / IEC-UNQ. Columna publicada en la sección de Tecnología de Télam. Sin licencia.